III Congreso Continental de Teología

 “Los clamores de los pobres y de la tierra  nos  interpelan. 50 años de la Conferencia  de Medellín”

 30 de agosto al 2 de septiembre de 2018
 San Salvador

Cuando el testimonio toma la palabra



Del 28 de agosto al 2 de septiembre, Amerindia y la Universidad Centroamericana de El Salvador (UCA) José Simón Cañas, celebramos el III Congreso Continental de Teología con motivo de los 50 años de Medellín. Los 670 participantes en el Congreso, provenientes de 28 países, nos sentimos parte de una tradición eclesial que arranca desde el Vaticano II, llegas hasta Aparecida y continúa hasta la propuesta del Papa Francisco de una Iglesia en salida hacia las periferias.

 

Lo que quiero rescatar de este Congreso es su fuerza testimonial. Para todas y todos nosotros era claro que toda la producción teológica de las últimas cinco décadas en América Latina y El Caribe, sin el testimonio de los mártires, podría quedar como el sonido de una campana rota. Porque, como afirma Jon Sobrino, los mártires son quienes tienen la verdadera autoridad en la historia.

 

Lo que nosotros hemos visto, lo que nuestras manos han tocado…(1 Jn 1,1)

 

Escuchar testimonios directos de quienes convivieron con Mons. Romero, con el P. Rutilio Grandes, con los mártires de la UCA, nos abrió el espíritu a otra dimensión, a la dimensión donde callan las palabras y se escucha sólo la voz del testimonio. “Le dijeron (los dos discípulos) a Jesús: ¿Maestro, dónde moras? Y El les dijo: vengan y lo verán” (Jn 1,38-39).

 

Así pasó con nosotros en El Salvador. Una mujer agente de pastoral, Jon Sobrino, el grupo de teatro, el Grupo musical Yolocamba Itá y los hermanos y hermanas de El Salvador, nos dijeron: “vengan y lo verán”. Y nos llevaron a la casita donde vivía Monseñor Romero -donde se conservan algunas de su pertenencias- a la capilla de la Divina Providencia donde lo  mataron, a su tumba en la catedral, a la casa de los jesuitas en la UCA, y a la capilla donde están sepultados los restos del P. Ignacio Ellacuría y de sus compañeros y de las dos hermanas asesinadas junto con ellos.

 

Y luego nos llevaron por el túnel del tiempo hasta Aguilares para poder tocar ahí el testimonio del P. Rutilio Grande. Y nos contaron anécdotas y situaciones difíciles y momentos de duda y de ofuscación de Mons. Romero. Y luego nos hablaron de su gran paz interior. Y en el espejo de la palabra de Jon Sobrino y de  otro sacerdote pudimos ver el corazón y el rostro de Mons. Romero. De la mano de un campesino y de Ignacio Ellacuría caminamos con pies ligeros hacia la hondura de su testimonio y de nuestra fe. Siguen resonando todavía en nuestro espíritu las palabras de un campesino: “Mons. Romero dijo la verdad, nos sacó de pobres, y por eso lo mataron”. Decía Jon Sobrino, estas palabras son la definición de quién es Mons. Romero. Son como las palabras del apóstol Pedro en relación con Jesús: “..Pasó por el mundo haciendo el bien”.

 

Esta vez –y por primera vez en nuestros Congresos teológicos de Amerindia- el testimonio desplazó a la palabra. Sí hubo conferencias teológicas de mucha hondura y aportes interesantes de los conversatorios, pero en la tierra de Mons. Romero, el gran profeta,  obispo, mártir y en unos días santo canonizado por el Papa Francisco, la máxima autoridad en la Iglesia, la palabra enmudece y permite que hable el testimonio. Sí, el testimonio valiente y profético de la sangre derramada de Mons. Romero, signo de resurrección y de esperanza para su pueblo.