Antecedentes
Los Congresos Continentales de Teología
En 2012 celebramos el cincuentenario de la inauguración del Concilio Vaticano II y los
40 años de la publicación del libro Teología de la liberación. Perspectivas, de Gustavo Gutiérrez que dio
inicio a una nueva reflexión teológica latinoamericana enraizada en la opción por los pobres con el I Congreso
Continental de Teología, realizado en la Universidade do Vale do Rio dos Sinos, Unisinos, en Såo Leopolod/RS,
Brasil. Este evento significó un esperanzador impulso para la teología del continente, como decía su mensaje
final: “el congreso ha sido un soplo que ha re-encendido la llama de esta teología que quiere ser fuego que
encienda otros fuegos en la Iglesia y la sociedad”.
De ese fuego surgió, precisamente, la propuesta de volver a reunirnos en un nuevo
Congreso, en 2015, cuando se conmemoró la culminación del Concilio, en el II Congreso Continental de Teología
“Iglesia que camina con Espíritu y desde los pobres”, que tuvo lugar en el mes octubre de ese año en la Casa
de Retiros São José, en Belo Horizonte/MG, también en Brasil, con el apoyo del Instituto Santo Tomás de
Aquino (ISTA) y en articulación con otras organizaciones latinoamericanas.
A partir de este segundo evento quedamos con la firme tarea de convocar y convocarnos al
III Congreso Continental de Teologia “Los clamores de los pobres y de la tierra nos interpelan”, entre el 30
de agosto y el 2 de septiembre de 2018, donde celebraremos los 50 años de la II Conferencia del Episcopado
Latinoamericano y Caribeño y su proyección en la realidad actual del continente. Este tercer Congreso, organizado
y coordinado conjuntamente con la Maestría en Teología Latinoamericana de la Universidad Centroamericana
José Simeón Cañas (UCA), tendrá lugar en San Salvador, “tierra de mártires”, en las instalaciones de la misma UCA.
¿Por qué un III Congreso?
La teología en América Latina se concibe a sí misma como inteligencia crítica de la experiencia
de fe de las comunidades eclesiales y de su misión, insertas en un mundo globalizado y excluyente. Ella se siente llamada
a ser cada vez más una instancia retro-alimentadora de estas mismas comunidades, para acompañarlas en al asumir los retos,
aportes y preguntas de sociedades que pasan por profundos conflictos y transformaciones.
El Congreso de 2012 quiso y logró movilizar a la comunidad teológica latinoamericana en ese sentido y
tuvo como destinatarios principales a teólogos/as jóvenes que, en un trabajo de mutuo enriquecimiento, pudieran luego continuar
la reflexión iniciada. El Congreso de 2015 mantuvo esa movilización en un momento eclesial nuevo que ya había generado cambios
en la agenda pastoral y teológica universal. Momento que se caracteriza por el reclamo de una impostergable reforma de la
Iglesia (Ecclesia Semper Reformanda) y que trae consigo la necesidad de profundizar seriamente en sus raíces, contenidos y sujetos.
Este reclamo surge de la experiencia vivida por las comunidades cristianas más comprometidas en sus respectivos contextos y que el
mismo papa Francisco ha hecho suyo para proponerlo con fuerza y claridad a la iglesia toda.
En este sentido, el III Congreso Continental de Teología tiene como destinatarios no sólo a los/as teólogos/as
profesionales sino también a las comunidades cristianas del continente, con el objetivo de enriquecer y motivar la práctica de los
cristianos en su horizonte inmediato y en su participación en las respectivas iglesias locales, dejándonos iluminar por Medellín como
acontecimiento que nos sigue aportando claves de lectura al hoy, incluso desde una perspectiva ecuménica y abierta al diálogo interreligioso.
La Iglesia latinoamericana, de la que también se nutrió el papa Francisco, ha visto surgir en su seno una nueva manera de
ser Pueblo de Dios abierta al mundo (Concilio Vaticano II) y desde la opción por los pobres (Medellín). Una manera marcada por la profunda experiencia
espiritual del seguimiento del Jesús histórico, la lectura comunitaria de la Biblia, el surgimiento de las comunidades eclesiales de base, el fuerte
compromiso social y político de los laicas y laicos, una vida religiosa inserta en medios populares, el horizonte de testigos mártires que han blanqueado
sus vestiduras en la Sangre del Cordero y el surgimiento de la teología de la liberación. Creemos que estamos ante una verdadera ‘eclesiogénesis’ conducida
por el Espíritu, que tenemos que seguir profundizando.
Con Medellín pertenecemos a una Iglesia latinoamericana que se siente parte de una familia, de un colectivo, que cambió la lógica de
los ‘perdedores de la historia’, para empoderarlos como ‘bienaventurados’, verdaderos ciudadanos del Reino de Dios.
Y, sin embargo, Medellín está aún por estrenarse como puesta en marcha de ‘algo nuevo’ que social y eclesialmente entraña los anhelos de
reforma, de otro mundo posible y otra iglesia posible, que se evidencia particularmente en el pontificado de Francisco y en su Magisterio.
Hace 50 años, por Medellín, fuimos testigos de la irrupción de los pobres de América Latina como nuestros hermanos que sufren una brutal
injusticia. Es hora de preguntarnos: ¿cuál es hoy el mensaje de la Iglesia de América Latina y el Caribe al continente más injusto y desigual?
Medellín fue la recepción más creativa, a nivel mundial, del Concilio Vaticano II. Fue la primera vez que una Iglesia que no es del centro
se transformaba en sujeto capaz de decir su propia voz. Pasamos de ser una iglesia reflejo a una iglesia sujeto, una Iglesia que se percibe a sí misma desde la Comunidades
Eclesiales de Base. Por eso, queremos que este sea un Congreso de anuncio y memoria subversiva, donde podamos recoger grandes vivencias, reflexiones y procesos que aún
siguen vivos. Medellín es una vuelta a Jesús y al Evangelio, con espíritu profético, para responder a los clamores de los pobres y a los gritos de la Tierra.